martes, 24 de mayo de 2011

Tenemos historia, construímos futuro

Con motivo de celebrar un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo, habrá espectáculos para grandes y chicos en la puerta de la Casa Rosada tal como se hizo para conmemorar el Día de los Derechos Humanos. Cantarán desde Soledad al Sapo Pepe y habrá un homenaje a María Elena Walsh.

La Casa Rosada cambió su fachada para celebrar un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo, el primer paso para la independencia de nuestra patria. Un escenario gigante está siendo montado por técnicos que trabajan a contrarreloj para que mañana a las 16.00 esté todo listo.

Un homenaje a María Elena Walsh abrirá la grilla de espectáculos organizados por la Secretaría de Cultura de la Nación y la Unidad Ejecutora del Bicentenario. Luego llegará el Sapo Pepe con un invitado especial: Pipo Pescador.

Luego de esa vuelta a la infancia para los más grandes, que crecieron con "La canción del jacarandá" y "El auto de papá", llegará el turno de Leo García, Fena della Maggiora, y la murga uruguaya Falta y Resto, con sus cantos de unión entre los hermanos rioplatenses.

También estarán los Súper Ratones, Mavi Díaz y el dúo chaqueño Tonolec, que hace una fusión entre folklore latinoamericano y una consola de música electrónica.

Los Pericos, La Mosca, Víctor Heredia y Soledad cerrarán una tarde/noche dedicada a la música popular argentina, que unirá a toda la familia en la Plaza de Mayo, lugar representativo de la lucha y la democracia argentina. Por eso que el lema del festival reza "Tenemos historia, construímos futuro".

lunes, 16 de mayo de 2011

Una forma de mirar, comprender y abordar la realidad nacional

La liberación implica dejar atrás, conceptos impuestos por doctrinas que poco tienen que ver con nosotros y en definitiva nos impiden ser nosotros mismos. Uno es libre, cuando no sufre la opresión, cuando tiene la posibilidad de elegir mirar la realidad a través de sus propios lentes; cuando define soberanamente el camino a transitar, mirando a su alrededor, hacia delante pero fundamentalmente hacia atrás, ejercitando la memoria. La liberación habilita la solidaridad en la mirada, hace posible observar al otro como uno mismo, nos permite escucharlo, sentir su dolor, en definitiva nos otorga el poder de ser humanos y sentirnos un proyecto colectivo de cambio.
Por convicción ideológica el Estado, es social y democrático por naturaleza. Por años en nuestro país, el Estado fue oprimido con ideas y prácticas que intentaron sustituir su identidad. El pueblo soberano define políticamente su esencia, su rumbo y construye con la técnica, las herramientas para ponerlo a su servicio y, principalmente a su lado. La política define a la técnica, y la técnica honra a la política, honra la decisión colectiva de su pueblo. La recuperación de nuestro Estado Argentino, en todas sus dimensiones, solo es posible a partir del ejercicio pleno de nuestra soberanía política, que se sustancia y toma fuerza desde una orientación libertaria, como entiende esta corriente.
Lo político y lo técnico, fue un binomio funcional a ideas que nos planteaban mirar nuestro país a través de anteojos recetados por especialistas neoliberales, que lejos de impórtales nuestra realidad, privilegiaban sus intereses corporativos. Nos querían divididos, nos querían políticos por un lado y técnicos por otro. Querían un Estado políticamente ciego y técnicamente miope.
Pensar la soberanía popular, sin participación, es como tener la flecha pero no el arco; no hay fuerza que impulse los cambios, que realmente transforme. Sin participación la dimensión popular de la soberanía pierde sentido y orientación política, ya que esa poderosa flecha puede ser usada en contra del propio pueblo. Nuestra experiencia histórica ha demostrado que en nombre de la soberanía y la liberación, se han emprendido luchas que mucho dolor causaron al pueblo Argentino. Malvinas es testigo de esa experiencia donde una dictadura, que reprimía y oprimía a su pueblo, uso la flecha de la soberanía, en su contra, provocando graves heridas que aún hoy continúan sin suturar. La participación democrática y activa, es la mejor garantía que tiene nuestro pueblo, para definir y orientar su poder soberano. Esta corriente intenta sumar un canal para promover el fortalecimiento de ese poder popular, que asume una mayor dimensión, cuando suma más voces, miradas, experiencias históricas.
La integración, con pluralidad y diversidad, desafía a aquellos, que entendían que la fragmentación y la división entre los Argentinos eran los garantes del proyecto de dominación. Desde el año 2003, en la Argentina, la organización social comenzó a construir el escenario para la liberación. La integración no conoce fronteras, pero si intereses e historia común, tradiciones, cultura; la integración respeta lo que uno es pero a la ves te hermana con el otro, permite construir un identidad colectiva y superadora, construir un destino juntos. El escenario para la liberación hoy tiene diversidad de actores, muchos invisibilizados durante muchos años, hoy actores políticos.
La Corriente de Liberación e Integración Nacional intenta darle volumen y dimensión política a una forma de comprender la realidad, a una forma de relacionarse y respetar al otro, a una forma de concebir el Estado y gestionarlo, a una forma de mirar y trabajar con la profundidad de nuestro país y su perspectiva suramericana, logrando así consolidar las bases de un proyecto democrático de Liberación para futuras generaciones de Argentinos.
En síntesis es una corriente que aporta fundamentalmente valores a la política, valores que intentaron desaparecerlos pero no pudieron, por que son valores que son parte de la identidad y patrimonio del pueblo Argentino.

Militar para ganar la Ciudad

El pasado jueves participé del acto  de la agrupacion Kolina en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y le solicité a los compañeros militar para ganar en la ciudad de Buenos Aires. Les recordé lo importante va a ser que la ciudad tenga la mirada del proyecto nacional y que para lograrlo tenemos que lograrlo con la militancia como Néstor pidió: levantando la bandera de lo nacional y popular.

Evita esa apasionada militante

Amada y odiada. Ensalzada y apostrofada. Política o asistencialista. No hubo medias tintas para monografiar a Eva Perón. Ni en vida, ni después de muerta. Fue casi salvajemente dogmática en su entrega al pueblo. A los pobres. A los descamisados. A los trabajadores. Y apasionadamente ligada a Juan Domingo Perón.

Cuando la oligarquía de entonces se dio cuenta de la reacción del pueblo en las calles, llorando a esa humilde mujer, que encandiló en el mundo, mancillaron su cuerpo y lo desterraron. La reacción intentó por todos los medios que su figura se convirtiera en mito. Soliviantaba a las grandes mayorías cuando afirmaba tener “en el corazón un sentimiento fundamental: Mi indignación contra la injusticia”.

De Evita se dijeron muchas cosas y se seguirán diciendo. Porque como quedó graficado, es “eterna en el alma de su pueblo”. Entre ellas, que hacía beneficencia con los dineros del Estado. Siempre que se distribuyó, las minorías oligárquicas repitieron el mismo discurso. El sacerdote Hernán Benítez, su confesor, recordaba que “no era beneficencia; le llevaba remedios a un enfermo, pero además lo besaba sin importarle las llagas. Yo, pastor de Cristo, daba un paso atrás para no contagiarme y ella me reprendía: No venimos a traer remedios, padre. Venimos a dar solidaridad, afecto al compañero que sufre”.

Benítez recuerda también que “un día íbamos en el auto a la residencia cuando ella advirtió que en la puerta de un Banco una anciana lloraba. Hizo detener el auto y cuando se enteró que no le habían pagado la jubilación por una cuestión burocrática, entró con ella al Banco -y yo detrás, porque iba sin custodia- y dijo bien fuerte, en el medio del salón: ¿Quién fue el hijo de puta que le dijo a esta señora que viniera otro día?”

Por eso el pueblo entendió a Evita. La hizo partícipe de su esencia y respondió con amor, todo el amor que ella puso en una empresa ideológica y política, para nada neutra. Hay que salirse de la sensiblería. Porque Evita fue política. Abrazó una causa política parida por el movimiento nacional y popular. Nació de sus entrañas e hizo honor a su linaje. Nunca defeccionó cuando de defender los derechos humanos se trataba. No era una pose, eran sus convicciones. No estaba junto a los que menos tienen por beneficencia. Eso lo hacían las señoras que aliviaban sus conciencias en los confesionarios.

Por eso la odiaron tanto. No admitieron jamás su rebeldía ante las injusticias sufridas por el pueblo hasta 1945. Y cuando pensaron que como era mujer podían doblegarla, ella respondió reivindicando su género. Y lo expresaba abiertamente al señalar que “porque vi que la mujer no era tenida en cuenta, ni en lo material ni en lo espiritual, y porque advertí que a mujer era una reserva moral y espiritual, me puse al lado de todas las mujeres de mi país para bregar con ellas denodadamente, no sólo por nuestra reivindicación sino también por la de nuestros hogares, de nuestros hijos y de nuestros esposos”.

Cuando nada pudo desmoronar su recuerdo en lo más cercano de las familias argentinas, al decir de Norberto Galasso, “el liberalismo conservador y la izquierda abstracta se habían concertado para aceptar a Evita, no ya como compañera del General y puente entre éste y los trabajadores, sino reduciéndola al asistencialismo y aún más, convirtiéndola en la izquierda que se oponía a la supuesta tendencia derechista y pro fascista de su esposo”.

Y añade que “el evitismo, cuando va dirigido a denigrar a Perón, es la etapa superior del gorilismo”.

Ella misma señalaba que “yo no puedo concebir al Justicialismo sin Perón, y por eso he declarado tantas veces que yo soy peronista, no justicialista. Porque el justicialismo es la doctrina, en cambio el peronismo es Perón y la doctrina. ¡La realidad viva que nos hizo y que nos hace felices!”

Eva Perón se confesaba fanática, expresando que “daría mi vida por Perón y por el pueblo. Porque estoy segura que solamente dándola me ganaré el derecho de vivir con ellos por toda la eternidad. Así, fanáticas quiero que sean las mujeres de mi pueblo. Así, fanáticos quiero que sean los trabajadores y los descamisados”.

Hace poco, la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, declaró que Eva Perón era “Mujer del Bicentenario”. El edificio del Ministerio de Desarrollo Social, que conduzco, y también es sede del Ministerio de Salud, tendrá en el futuro emplazado dos imágenes, en su espacio aéreo, de María Eva Duarte de Perón. Un homenaje instalado en el mismo lugar en que el 22 de agosto de 1951, se produjera el histórico renunciamiento, al reclamo de los trabajadores para que integrara la fórmula junto con Perón.

Seguir la lucha de Eva Perón tiene como única opción al pueblo, a las mayorías nacionales y populares. De este Gobierno también se ha dicho que hacemos beneficencia. Qué hacemos populismo. Han convertido a esa opción popular en algo oscuro. Será porque cuando los gobernantes no resignan sus principios ante las corporaciones, se tornan ingobernables y por tanto enemigos para los intereses que los sustentan. Nada puede ser más importante para un gobernante que entregar todo de sí para lograr la felicidad de su pueblo y la grandeza de la Nación.