domingo, 18 de septiembre de 2011

Una lucha que nos llena de orgullo

Por Alicia Kirchner
Nos han enseñado que la memoria vence al olvido, que el dolor puede transformarse en amor con valentía y honestidad. No olvidar el pasado, hurgar en él para buscar la verdad, no descansar hasta que todos los nietos recuperen su identidad.
 En estos días las Abuelas de Plaza de Mayo recibieron el premio Félix Houphouët-Boigny de la Unesco. Al anunciar el premio, el presidente del jurado, el portugués Mario Soares, declaró que se decidió conceder la distinción a las Abuelas de Plaza de Mayo “como reconocimiento a más de 30 años de combate en pro de los Derechos Humanos, la justicia y la paz”. Un premio que en otros años recibieron Nelson Mandela, Shimon Peres y Yasser Arafat; el rey Juan Carlos I de España, el ex presidente estadounidense Jimmy Carter, el presidente de Senegal Abdulaye Wade, el ex presidente finlandés Martti Ahtisaari y el ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.  Las Abuelas se agruparon como organización en plena noche de la dictadura cívico-militar, en 1977, con la finalidad de encontrar a los familiares biológicos de los niños robados por los genocidas. Como dice la presidenta, representaban la mayor racionalidad de esos momentos. Desde esa época, han recuperado a 105 nietos, 105 identidades restituidas, 105 alegrías, como ellas lo llaman con absoluta justicia. Hoy, con un país distinto, con un Estado que promueve el juicio y castigo a los culpables, restituye derechos, promueve los Derechos Humanos, sabemos que las Abuelas no cesarán en la búsqueda de justicia para las víctimas de la represión, aquello por lo que por tres décadas lucharon junto con los hijos, con los sobrevivientes del secuestro y la tortura, y codo a codo con los organismos de Derechos Humanos. Su lucha, junto con la de las Madres, nos ha enseñado que la memoria vence al olvido, que el dolor puede transformarse en amor con valentía y honestidad. No olvidar el pasado, hurgar en él para buscar la verdad, no descansar hasta que todos los nietos recuperen su identidad, su historia y su verdad también es su enseñanza. Una enseñanza que atraviesa fronteras: hoy el mundo reconoce la lucha de estas mujeres argentinas y nos llena de orgullo.

Columna publicada en Tiempo Argentino.

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